top of page

Muñeca


Trato de recordar cuando quise crearla. A ella (creo que necesito buscar su nombre en el transcurso de este escrito). Mi registro fotográfico indica que el 24 de diciembre del 2024. Parece que ese día modelé su cabecita. He trabajado otras esculturas mayores de cabezas y torsos, pero esta es la 1ra con la que uso pronombre personal, ella. Y eso es interesante, encuentra eco en ese ensayo de M.Bettini ( Muñeca, 20015) donde dice que “ una muñeca es un cuerpo de mujer para que de alguna manera pueda “servir” (ser de utilidad) como compañera de juegos a su dueña, es decir, como una modalidad de alter ego, más como un sujeto que como mero objeto” . He ahí la justificación de mi pronombre para ella, claro está. Y ella es la primera a la que pienso más como muñeca que como escultura. La muñeca está asociada al juego, pero también tiene algo diferente, algo más que cualquier juguete. La mía es articulada, entonces puedo moverla, sentarla, alzar los brazos, etc. 

Y retorno a la pregunta: ¿cuándo quise crearla? ¿ desde siempre? Como toda niña, tuve muñecas cuando era pequeña. Una fue mi favorita, viajó conmigo a Calama cuando nos mudamos desde Concepción. Yo tenía 2 años y algo, pero la recuerdo. Era de cuerpo de paño, pero firme, no la llamaría de “de trapo” en ningún caso. Tenía su carita de plástico blando o goma, al igual que sus manitos. No tenía pelo pues llevaba un gorro que era continuación de su ropa roja que era como un enterito de bebé, con borde peludo enmarcando su rostro y un pompón en la punta del gorro. Era linda, yo la cuidaba como bebé. Sólo sé que un día desapareció. No tuve otra como ella, es más, después de esos años desarrollé una extraña relación con las muñecas, más bien cercana al rechazo, incluso al miedo (en especial miedo de su venganza, tuve un par que hice desaparecer cual Jack el destripador pues las mutilé, a una  la colgué del cuello en el ropero, a otra la enterré viva previo corte de pelo y rayón de cara) Me dediqué por unos años a hacer muñecas de papel

o cartón, esas a las que podía articular y vestir con diversas ropas dibujadas por mi misma, me entretenía montones. 



Una vez, debo haber tenido 6 años, me fasciné con una muñequita diminuta, de 10 cm cuando mucho,  era de piel oscura, tenía ropita, hasta calzón y calcetines! trencitas de pelito brillante y un gorrito. Pertenecía a la colección de un tío abuelo de mi papá y yo me trastorné mirándola a través del vidrio de la clásica vitrina que tenía antes la gente (yo ahora tengo la de mi abuela materna) La admiré tanto que sentí mis ojos alargarse, da para usar la expresión “me la comí con la mirada”. ¡Qué misteriosa esa fascinación! Pude absorber cada detalle de la muñequita con mis ojos hambrientos. Y mis dedos anhelaban tocarla ( como decía mi hijo mayor cuando pequeño: “quería verla con mis manos”) y, obviamente, que fuera mía para llevármela. No entendía por qué un caballero tan mayor la quería para sí en esa vitrina, debió dármela. De hecho, se la pedí, mis padres me llamaron la atención. El solo se rió y dijo que me la iba a mandar cuando se muriera. Obviamente alguien más la recibió, a mis manos nunca llegó.

No escapé de la tentación de las barbies. Quise mucho tener una de las originales, en esos

años eran costosas. Aun recuerdo su nombre, era la Sun gold malibu barbie, traía lentes de sol, su traje de baño y toalla de playa. La cuidé como hueso santo. Su pelo siempre peinado e impecable. Ya de adulta desarrollé la crítica generalizada al modelo de la barbie, su banalidad, frivolidad, los cánones que promovía su forma ( extrema delgadez, belleza perfecta) etc. 

Indagando en el misterioso mundo de la muñeca, como artista surgen las preguntas propias del cuestionamiento estético ante el objeto-sujeto. ¿Qué es una muñeca? ¿Origen histórico?  ¿ Muñeca o estatuilla? ¿Uso /valor primitivo ? ¿ muñeca o escultura? ¿ juguete o arte, de qué depende la categoría?  ¿Apreciación simbólica? No hay mucho insumo para este tema tan específico en el arte contemporáneo. Pero sí he encontrado bastante historia y autores  que han reflexionado sobre el juguete y la muñeca, como C.Baudelaire y Maurizio Bettini, Walter Benjamin.


Hay figuras antiguas formalmente similares a muñecas, de gran valor simbólico y atribuidas a uso ritual, como las conocidas venus. Pero no calzan con la denominación de la muñeca que estoy trabajando. Las venus son estatuillas, pequeñas figuras donde se exalta la calidad de maternidad y abundancia femenina, tan importante para aquel momento del hombre  en que la vida y la sobrevivencia eran tan frágiles y difíciles, por ello, una mujer fuerte y buena portadora de bebés era importante, como también su capacidad de lactar, representada en esos abundantes pechos. Vi la de Willendorf( datada entre 28 mil y 25 mil

años A.C) en el Museo de Historia Natural de Viena en vivo  y en directo. Es pequeñita, ¡mide 11 cm!, en mis libros de historia del arte se veía tan imponente que pensé era de mayor tamaño. Pero la veo más como parte de rituales mágicos o de culto. La definición de muñeca dice que corresponde a “una figura a pequeña escala de un ser humano utilizada especialmente como juguete infantil”(Merryam Webster Diccionary), con ello, las venus quedan claramente fuera de esta categoría, perdón la obviedad. Aún así, la definición no logra abarcar la complejidad del objeto, parece no solo quedar corta para el siglo XXI-pues ya tenemos “muñeca de arte”- sino también para el siglo II D.C. Les cuento que:

“En el curso de las excavaciones efectuadas en 1889 para la construcción del Palacio de

Justicia, se pusieron de manifiesto, a gran profundidad, los sarcófagos flanqueados de un hombre y de una mujer joven, identificados por las inscripciones funerarias con Crepereius Euhodus y Crepereia Tryphaena.

El hallazgo causó entonces un gran revuelo, ya que el sarcófago de la joven, aún intacto, contenía, además de los restos mortales de la niña, su ajuar funerario, constituido por joyas de oro y piedras preciosas y una elegante muñeca de marfil con articuladas acompañada de pequeños objetos de tocador.” https://centralemontemartini.org/es/percorso/crepereia-tryphaena  . 

La muñeca además contaba con un pequeño cofrecito también de marfil , “ en uno de sus pulgares, la muñeca tenía insertado un llavero del tipo utilizado por las romanas para los joyeros y cajas de cosméticos. [Casi desintegrado, su contenido se había esparcido un poco, el ajuar a pequeña escala de la muñeca constaba de dos espejitos de plata, dos pequeños peines de hueso,[ además del mencionado anillo de oro tipo llave, otro con un engaste, dos diminutas perlas perforadas, parte de unos pendientes, una perla y dos cuentas de pasta de vidrio, además de restos de espirales doradas perteneciente todo posiblemente a un collar, y también una horquilla y algunos fragmentos de una esponja de baño. “(https://es.wikipedia.org/wiki/Creperia_Trifena) Una preciosura de muñeca. Se presume que la propietaria tenía 18 años aprox. y que había muerto antes de su boda, por lo que no había alcanzado a entregar su muñeca a los dioses. Deducimos que era ese un acto de transición, ella dejaba su infancia, esa muñeca era representante de esa edad o quizás era una imagen diminuta de sí misma y dejarla significaba dejar una parte de sí- ahí encarnado en esa muñeca- atrás.

Hubo otro hallazgo de muñeca, la de la niña de Grottarossa, ubicada a 30 km de Roma , en

el año 1964. La muñeca fue enterrada en el sarcófago de una niña de 8 años cerca del 160 d.C.. También está hecha de marfil y es muy similar a la de Crepereia Tryphaena, articulada. Se parecen bastante a la mía sin ropita, respetando las diferencias históricas y el valor derivado de ello.

Capítulo aparte merecen las muñecas tradicionales japonesas, elaboradas desde el 8000 AC. y que abarcan una amplia gama de estilos y propósitos. No se limitan a ser simples juguetes, sino que a menudo se consideran objetos de arte y portadores de significado.  Las muñecas ningyo no son para jugar, excepto algunas variedades. La mayoría de las ningyo son objetos de exhibición y tienen un profundo significado cultural y simbólico, a menudo relacionadas con rituales, felicitaciones y la representación de la historia y el folclore japonés. Dentro de los tipo de muñeco, que hay muchos, están los: gosho, hina, karakuri, musha, ichimatsu,kimekomi y kamo, daruma y kokeshi(de estas tengo algunas pequeñas que eran parte de un jeugo de ajedrez infantil, son de madera y pintadas a mano, preciosas). Hace unos años fuimos invitados por unos amigos japoneses a su casa, tenían en su comedor una especie de tarima llena de muñecos, entendí que eran de sus familias, heredados, los cuidaban muchísimo, pero no supe de qué tipo eran (quise tocarlos todos pero como me di cuenta de que tenían valor casi ceremonial me contuve). Quizás le escriba a Kyoko Kenai para que me cuente más.


Algo fundamental de la muñeca, junto con un simbolismo existente o no, es su rol en el juego, en esa ficción que arma cada niño y que es más que simple entretención. El juego es una ficción que vivimos y nuestro momento en él es el mejor símil de una obra teatral, nos sumergimos en un rol, en una psique diferente de ser necesario, adoptamos gestos, resolvemos situaciones y sabemos que no es nada tan serio. 

Hace muchos años, leí un libro de Humberto Maturana, nuestro famoso biólogo chileno donde se refería al juego diciendo que este  “no constituye de ninguna manera una preparación para una acción futura. Cuando los niños juegan imitando actividades llevadas a cabo por adultos, no se están preparando para dichas actividades futuras. En el momento de jugar los niños (y también los adultos), son lo que el juego indica.” Literalmente, al jugar, uno “se la vive”. Maturana también hacía crítica del querer buscar la utilidad  o beneficio futuro en todo, el juego se vive y disfruta y basta con eso, pero estamos conscientes de que también se desarrolla, sin buscarlo, todo aquello que produce en uno esa ficción vivida.

La muñeca puede tener rol de niña, de amiga, de bruja, de madre, de hija, de confidente o de consoladora. Y un día un rol y al siguiente otro, o uno sólo siempre. 

Además del juego y lo simbólico, está el factor estético tan atrayente de la muñeca. Con ella podemos permitirnos alhajarla, vestirla y peinarla como queramos. Se convierte en el sujeto que tiene la libertad de usar lo que le parezca y necesite. Si quiere ser ángel, que lo sea; si quiere usar ropas recargadas, que las use. Ahí se entrevé la mezcla con la identidad de la dueña de la muñeca. En este punto algo de  identificación toma forma, incluso proyección. No puedo abarcar los usos de muñecos en vudú, en psicología ni en las actuales constelaciones familiares. Retomando su estética, una bella muñeca, llena de detalles- modelada o esculpida-y con carga simbólica puede tener función artística. Y tenemos artistas talentosos dedicados a ese tipo de creaciones, inevitablemente cargadas de infancia y lenguaje poético. Esto bien lo percibió Baudelaire, escribiendo en una breve columna:

“Esta facilidad para contentar su imaginación testimonia la espiritualidad de la infancia en sus concepciones artísticas. El juguete es la primera iniciación del niño en el arte, o más bien su primera realización y, llegada la madurez, las realizaciones perfeccionadas no darán a su espíritu el mismo entusiasmo ni la misma creencia.” Charles Baudelaire, La moral del juguete, 1853. Copio el vínculo, vale la pena y es tan sólo una página: https://losniniosdejapon.blogspot.com/2011/12/la-moral-del-juguete-por-charles.html


La primera muñeca de artista que vi(en fotos), fue la de mi amiga Rocío C. No podía creerlo. Eran una belleza, de ojos enormes, muy delicadas, las hacía de porcelana, articuladas también. Recuerdo que tenía una con zapatitos hechos de cristalitos, con pinza, uno a uno. Las manitos largas, igual que las de sus pinturas. La de ella fue la primera  muñeca transformada en una escultura que yo ví, trascendiendo su función original como juguete y explorándola como una obra de arte, con un nuevo propósito y significado. 

La mía también la he hecho así. Me he deleitado con su materialidad, construyendo, modelando, uniendo articulaciones con alambre y piedras semipreciosas, pintando su piel, coloreando sus mejillas, dándome el gusto de ponerle un cabello de hilos marrones y dorados que le llegan más abajo de la rodilla (que es mi deseo infantil con mi propio pelo). Su vestido es rojo, parecido a uno que hizo mi mamá para mí a los 5 o 6 años. Tiene ropa interior con lunares y tul bajo el vestido. Mismo tul en sus mangas que rematé con hilo dorado. En sus zapatos tipo Calpany un botón de falso rubí en la correa. La pasta del modelado no me quedó tan pareja, ahí me faltó más detalle, pero tenía cierta ansiedad por verla completa rápido y eso me jugó la mala pasada. Pero no importa. Tiene marcas en su piel igual que yo con mis manos ajadas. Y ella duerme. Sus ojos están cerrados, ella está soñando, soñando o vertida en la poesía que la compone, que la constituye. No necesita ver nada fuera. La cree mimándola y armé cada parte con gozo. Ese es el juego y el arte. Pensé alojarla en una casa galería de arte en miniatura que estoy construyendo. Pero finalmente me decidí por una especie de nido cama . Esta es una parte de un tronco, creo la parte gruesa o nudosa del emerger de una rama de un tronco. No recuerdo cuándo la encontré, sólo que ya la tenía guardada varios, varios años. La atornillé sobre esa madera forrada con un género- que, oh, acabo de darme cuenta (sí, ahora mientras escribo) de que era de mi vestido de novia, ¡por Dios!- algunos libros en miniatura puse abajo del “nido”, que son muy importantes para ella, una tacita de té humeante, unas llaves y su paleta de pintora, relacionada con su soñar.

Esa es mi muñeca. ¿Su nombre? ya casi he terminado de escribir y debo decir que aún no lo sé. La podemos dejar como “La Soñadora” hasta que llegue su nombre. 


 
 
 

Comments


¡Suscribete y sé el primero en enterarte!

¡Gracias por suscribirte!

PayPal.svg.png
mercadopago-credit-card-logo-bis.webp

© 2025 Lucia Larenas                                                                                                                                                                                  by BepBePartnes.cl

© 2025 Lucia Larenas                                                                                                                                                                                  by BepBePartnes.cl

bottom of page